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William G. (Bill) Hill

El pasado día 17 de diciembre falleció el Profesor William G. (Bill) Hill a los 81 años. Como dijo Bruce Walsh en la charla inaugural de la cuarta Conferencia de Genética Cuantitativa que tuvo lugar en Edimburgo en 2012, Bill Hill era, indiscutiblemente, el mejor genetista cuantitativo del momento en todo el mundo. Afirmación compartida por la generalidad de los especialistas en la materia, como había ocurrido previamente con su director de tesis Alan Robertson.

Bill destacó en numerosos campos, empezando por la genetica cuantitativa aplicada a la mejora animal y extendiéndose luego a la genética de poblaciones y evolutiva. Sus estudios sobre la selección artificial en poblaciones finitas y el efecto del ligamiento en el devenir de las variantes genéticas por selección, desarrollados con Alan Robertson (el famoso efecto Hill- Robertson) supusieron un hito de gran relevancia, por ejemplo en la interpretación y aplicación de los análisis genómicos actuales. Otra de sus importantes contribuciones fue la ampliación de la teoría de límites a la selección artificial, desarrollada por Alan Robertson en 1960 y centrada en el sino de las variantes genéticas presentes en la población base, incorporando la contribución de nuevas mutaciones surgidas durante el proceso selectivo, cuya comprobación experimental fue el tema de la tesis doctoral de uno de los autores de esta reseña, dirigida por el otro cuya tesis fue, a su vez, dirigida por Bill. Sus numerosas aportaciones al estudio de las causas del mantenimiento de la variabilidad genética alcanzaron una dimensión extraordinaria en la comprensión de la evolución de la diversidad biológica. Pero Bill también realizó muchas más contribuciones a la genética cuantitativa y de poblaciones como, por ejemplo, las relativas a la predicción del censo efectivo de población, la varianza generada por mutación, la variación en las relaciones de parentesco entre individuos, la heterogeneidad de la varianza ambiental, la estimación de la heredabilidad y la correlación genética y diversas aplicaciones de la genética cuantitativa al análisis de datos genómicos.

Fellow of the Royal Society desde 1985, Bill fue capaz de aglutinar en el Institute of Evolutionary Biology de la Universidad de Edimburgo a otras grandes figuras de la genética evolutiva como Nick Barton y Brian y Deborah Charlesworth. La Universidad de Edimburgo se convirtió, ya con Alan Robertson, pero muy fortalecida por Bill Hill, en el epicentro de la Genética Cuantitativa mundial, caracterizado por el trasiego de personajes y las discusiones científicas consiguientes. Los que tuvimos la suerte de trabajar bajo la dirección de Bill durante varios años en distintas épocas pudimos constatar y disfrutar del continuo trato con ilustres visitantes al centro como, en la década de los 90, Mark Kirkpatrick, Michael Turelli, Russ Lande, Joe Felsenstein, Monty Slatkin, Bruce Weir, Daniel Gianola, Ruth y Frank Shaw, Tom Meagher, entre otros muchos, así como los anteriores estudiantes de Alan o Bill, como Leo Demplfe, Asko Maki-Tanila, Daniel Sorensen, Frank Nicholas y Trudy Mackay.

En repetidas ocasiones. Bill y su esposa Rosemary ofrecían una cariñosa acogida a los visitantes con una cena o comida de bienvenida en su casa de Gordon Street. Bill era una persona muy afable, siempre dando muy buen trato a sus estudiantes, colaboradores y visitantes, y era un verdadero placer trabajar con él. Su capacidad de trabajo era inigualable e inagotable, combinando su propia labor de investigación con la atención a numerosos estudiantes pre y postdoctorales (del orden de un centenar durante su larga carrera), la colaboración con colegas del Roslin Institute, el Scottish Agricultural College, y otros centros, su función de gestor como director de departamento primero, y como decano de la facultad de Ciencia e Ingeniería después, y sus asesorías científicas para empresas de mejora animal. Siempre que le entregabas algún escrito o resultado te lo devolvía sin falta al día siguiente con correcciones y comentarios porque, cómo él decía, nunca debía demorar el trabajo de sus colaboradores. La capacidad de Bill era ilimitada, siendo capaz de hacer una deducción matemática en unos segundos en un trozo de papel en medio del pasillo. Incluso después de una cena, como ocurrió en la casa de Madrid de uno de los autores de esta reseña donde, prescindiendo del resto de los comensales, le explicó con fórmulas y todo, la teoría que estaba desarrollando en el momento.

Bill promovía un ambiente intelectual exquisito y continuado. Los famosos cafés de media mañana, donde se coció buena parte del desarrollo de la genética cuantitativa, inicialmente en el despacho de Alan Robertson en el Instituto de Genética Animal, con la presencia de Douglas Falconer, Crad Roberts y Eric Reeve, entre otros, pasaron posteriormente a celebrarse en los nuevos edificios de King´s Buildings con la participación adicional de otros grandes científicos, creando un ambiente de conocimiento sin parangón en el campo de la genética de poblaciones. Bill fue para nosotros y para muchos estudiantes y colaboradores, el modelo del científico a imitar. Descanse en paz.

Armando Caballero y Carlos López-Fanjul



estadisticas última actualización: 22/12/2021 20:21:20. por Miguel Burgos © Sociedad Española de Genética